15 mayo 2009

14. Crónica Partidaria - Camino a Santa Fe

Eran cerca de las 10 y media cuando apareció Joaquín con cara de dormido. Con Silvia no terminábamos de decidir si el menú del mediodía era pastas o qué.
- ¿Vamos a Santa Fe? -me dice Joaco.
- ¿Qué? -le pregunto seguro de haber escuchado mal.
- Dale, ¿vamos?
Silvia nos miraba con desconfianza, incrédula de la propuesta de Joaquín y de no escuchar un rotundo "NO" de mi parte. Joaquín esperaba mi respuesta apoyado en el marco de la puerta, Juan Carlos (nuestro perro) había aprovechado el desconcierto general para robarme, una vez más, las medias.
Miré por la ventana y el día estaba hermoso, radiante, perfecto para ir a la cancha.
- ¡Vamos! -dije.
En cinco minutos estábamos listos. Silvia y Juan Carlos nos despidieron desde el portón del garage, Juan Carlos sospechando que se perdía de algo importante y Silvia dándonos otro extenso sermón con recomendaciones. Salimos a la ruta eufóricos, ya eran las 11 de la mañana y éramos conscientes de que salíamos realmente tarde. Le metimos pata pero sabíamos que no iba a ser suficiente, era un hecho que llegaríamos con el partido empezado. No nos importó.
- ¿Cuántos kilómetros son?
- Ni idea.
En la ruta nos cruzamos con unos pocos bosteros que marchaban a Rosario sin mucho entusiasmo. En la radio nos aburrimos con el relato del partido entre Argentinos y el Rojo. Pisaba el acelerador pero el camino se nos hacía eterno, faltaban unos cuantos kilómetros y el partido estaba por empezar.
Y empezó nomás.
- ¿Qué hacemos? ¿Lo escuchamos o no? -me pregunta Joaco.
- No sé, soy tan yeta para escucharlo por radio...
En la primera pelota, al toque nomás se lo pierde el Bebu. ¡Con rebote y todo!
- ¡No ves! Apagá eso -le ordeno a Joaquín al mismo tiempo que él apagaba la radio por decisión propia.
Lo que siguió del viaje fue un suplicio, los dos en silencio imaginando un gran partido. Sabíamos que jugaban Cristaldo y que Domínguez se había recuperado de la lesión.
- Son bravos los de Colón -le digo como si hablar acortara el tiempo o el sufrimiento.
- Si... -responde Joaquín.
- En el Gran DT lo tengo a Pozo.
- ¿Y?
- ¡Y ojalá le metamos cuatro!
- ¿Cuatro? ¡Cinco le vamos a...!
- ¡¡¡Es acá!!! -lo interrumpí desaforado. De repente por primera vez en mi vida veía la silueta de la cancha de Colón, el famoso "Cementerio de los elefantes". Llegamos con el auto hasta donde pudimos.  Lo tiramos sobre una calle y salimos corriendo sin siquiera fijarnos cómo cuernos se llamaba la bendita calle. Se escuchaban algunos cantos. Seguimos corriendo y la gente empezó a cantar más. Una ráfaga de viento nos trajo unos papelitos que salían de la cancha.
- ¡Debe estar por empezar el segundo tiempo! -me avisa Joaquín y mete un pique largo- ¡Dale, vamos!
Yo no podía hablar, corría con esfuerzo y el corazón me latía a más no poder. El estadio estalló cuando pisamos el primer escalón. Faltaban pocos metros y el último control no tenía ningún apuro.
- ¡Vamooooos que ya empieza el segundo tiempo! -lo apuro un poco.
El viejo se ríe y me dice:
- ¡Epa! Tanto apuro... Si van perdiendo 2 a 0.
Joaquín me mira incrédulo, la gente de Colón cantaba y festejaba.
- ¡Andá a cagar! - le dije al viejo choto. Le arrebaté las entradas, lo miré a Joaco y le dije:
- No le creas una mierda.
Entramos a la cancha cuando Papa, Papita se escapaba por izquierda y mandaba su primer centro del domingo, en ese preciso momento... Para gritar el primer gol.
El resto de la historia ya lo conocés.
(Vélez remontó un 2 a 0 y ganó 4 a 2 - 26 de abril de 2009)


Pablo Pedroso.
Buenos Aires, 15 de mayo del 2009

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